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Tiempos de dictadura: Militarizando a los civiles


Durante un desfile militar para celebrar a la patria, los ciudadanos, acompañados -y vigilados- por los militares, marchaban por las calles en perfecto orden. Un joven, pero ya con miras en la política, Rafael Caldera enuncia sin pelos en la lengua: “Por lo visto es más fácil militarizar a los civiles que civilizar a los militares”.
Esa frase de reproche define rápidamente esa época en que la recién instaurada democracia recibió el duro golpe de los militares, quienes lograron someter a Venezuela en una dictadura que dio mucho, gracias al auge petrolero, pero a costa de un alto precio.
Una analogía entre el accidente del torero Luis Sánchez en Caracas y el golpe de Estado al presidente Rómulo Gallegos, ambos eventos ocurridos en 1948, nos introduce en el documental Tiempos de dictadura, y en los caudales de información que recibiremos durante los próximos 70 minutos.
Con una brillante ejecución, el director Carlos Oteyza pone en marcha el largometraje que cuenta con buenos testimonios, imágenes inéditas y excelentes animaciones digitales, para contar 10 años importantísimos para la historia del país.
Mientras la desinformación imperaba y algunos ciudadanos vivían en un mundo dibujado por el gobierno, en donde las fiestas y las inauguraciones de nuevas obras estaban a la orden del día; otros, los que querían informarse, los que estaban en contra del yugo dictatorial, los que simplemente pensaban distinto al gobierno, eran encarcelados y sometidos a las más horribles torturas y, en ocasiones y sin piedad, a la muerte.
Las voces de los entrevistados reviven la amargura de la época, mientras que la investigación realizada por Oteyza y el equipo de producción del filme, van arrojando un retrato de la sociedad venezolana, una sociedad que no hablaba de política ante el miedo instaurado por los militares, una sociedad en la que los empleados públicos son obligados a inscribirse en el partido oficialista y a asistir a los actos gubernamentales; y aún así las fiestas no paraban. Carnavales, Navidad… cualquier ocasión era buena para hacer la vista gorda y celebrar.
Cada evento importante, cada detalle histórico es perfectamente incrustado en la línea de tiempo que dibuja Oteyza en el documental. Una edición limpia, un guión contundente y la música, a cargo de Álvaro Cordero, no hace más que resaltar la calidad visual de un trabajo que ha estado cocinándose desde hace siete años, dos de ellos en la sala de edición. A todo ese arduo trabajo se debe agregar la animación realizada por Titan Post. Es, simplemente, maravillosa. Son pocas animaciones, pues se lograron rescatar muchísimas imágenes en archivos, pero lo particular de ellas es que llegan a lugares inéditos, por ejemplo la emboscada a Carlos Delgado Chalbaud o la muerte de Leonardo Ruiz Pineda.
En pocas palabras, además del valioso potencial educativo para todos los venezolanos, Tiempos de dictadura se perfila como un largometraje novedoso y necesario a nivel técnico, para demostrar lo mucho que se puede hacer en el cine venezolano y lo importante de hacer un cine para pensar.
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